martes, 8 de julio de 2008

En el II estilo pompeyano la decoración de muros y pavimentos formaba una unidad. Las ricas decoraciones murales de estilo arquitectónico presentes en paramentos y bóvedas se acompañaban usualmente por pavimentos de mosaico en blanco y negro, enriquecido ocasionalmente con un pequeño emblema central. Lamentablemente, muchos de estos pavimentos fueron descubiertos por los primeros excavadores de Pompeya y Herculano que extrajeron los emblemas, olvidando las decoraciones circundantes que, en muchas ocasiones, han desaparecido por puro abandono.
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Aunque esto ha sido lo más común, todavía se conservan algunos ejemplos que permiten entender cómo eran dichas decoraciones. En las casas del Menandro, de Fabius Rufus, de Paquius Proculus o la del Fauno de Pompeya aparecen ejemplares bien conservados (en el último caso arrancados y expuestos en el Museo de Nápoles, pero bien documentados), aunque quizás uno de los de mayor efecto decorativo sea el arriba expuesto. Decoraba el procoeton (antecámara previa al espacio destinado para el lecho) de un cubículum de la Casa del Laberinto en Pompeya, y fue realizado h. 70-60 a. de C.
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El emblema central representa la lucha de Teseo y el Minotauro y, circundándolo, se ha dispuesto un laberinto realizado en teselas blancas y negras, como venía siendo común en dicho momento. El laberinto, además de estar asociado con el mito que decora la estancia, tenía un fuerte carácter protector ya que sus circunvalaciones hacían que el mal de ojo se perdiese en ellas. Este hecho justifica la presencia de esvásticas y grecas en las decoraciones griegas y latinas desde tiempo inmemorial, y su pervivencia durante la dominación romana.
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El pequeño emblema representa un tema muy querido en el mundo romano, tal y como ha quedado atestiguado por la arqueología, ya que han aparecido numerosos ejemplares por todo el Imperio, tanto en mosaico como en pintura y escultura. La semejanza entre todos los ejemplares indica que se trata de copias de un original griego perdido, probablemente del siglo V a. de C.

2 comentarios:

sandra dijo...

miles de posibilidades pero solo una lleva al centro...que habra alli?

El llano Galvín dijo...

Pues parece que ser que allí está lo oculto, lo desconocido ¿acaso el Minotauro no muestra un mundo distinto al formalismo griego?
Y como ocurre siempre ante todo lo desconocido, terror y rechazo, y como buenos humanos deseo de destrucción.