jueves, 17 de julio de 2008

La presencia de perros en Pompeya es común. Tanto sus restos como su imagen se encuentran repartidos pródigamente por la ciudad. Existen numerosas representaciones de perros guardianes tanto en mosaicos como en pinturas murales, perros de caza en numerosas esculturas y pinturas murales de jardin y, más raramente, representaciones de pequeños perros de compañía.
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Los restos óseos hallados en Pompeya hacen referencia casi en su totalidad a perros guardianes, se trata de perros de tamaño medio y pelo corto, descubiertos habitualmente en el interior de las viviendas que protegían. Este hecho no es casual; tras el terremoto del año 62 d. de C. numerosas viviendas fueron robadas, de modo que durante la erupción volcánica muchos habitantes de la ciudad cerraron sus casas dejando encerrados en su interior a los fieles perros guardianes para protegerlas. Esto ocurrió en la Casa de Vesonius Primus, también llamada de Orfeo, en la que el perro quedó encadenado en las fauces de la vivienda, y cuya imagen muestro arriba, o en la Casa del Menandro donde lo dejaron encerrado en el área rústica y fue descubierto en los niveles superiores de cenizas, sobre el pórtico del patio, lo que indica que fue ascendiendo por las sucesivas capas de lapilli y ceniza hasta que llegó la nube piroplástica que asoló la ciudad. Su imagen es fácil de reconstruir viendo la representación de un perro guardián en la caupona de Sotericus, con su pelo corto y marrón, morro alargado y orejas puntiagudas.
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Los perros de caza son muy comunes en las pinturas de jardín, en especial aquellas que muestran el "paradeisos", con sus escenas de caza al aire libre. Se trata de perros de gran alzada de pelo marrón o blanco, del tipo llamado "moloso". Su figura es bien conocida por el arte, pero su presencia en Pompeya es escasa, localizándose por el momento un único ejemplar. Esto probablemente se deba a que estos animales viviesen en villas cercanas más que en la ciudad misma, en especial si nos atenemos a la famosa voracidad de la que hablan los autores antiguos. Buenas representaciones se encuentran en el podio del jardín de la llamada Casa de los Gladiadores, en los estucos que decoraban la Tumba de Aulus Umbricius Scaurus o en la pintura del jardín de la Casa de los Ceii.
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La presencia de pequeños perros de compañía es más discutida. Su existencia está plenamente atestiguada en las referencias antiguas y su figura aparece ocasionalmente en algunas decoraciones murales, sin embargo sus restos son muy escasos, tal vez por haber huido de la ciudad con sus dueños, habiéndose localizado únicamente dos ejemplares, uno escondido bajo una cama de una casa desconocida y otro en el jardín de la Casa del Barco de Europa. Quizás para confirmar su presencia en Pompeya, además de estos dos ejemplares, existe un pintura mural con la representación de uno de ellos y su nombre, SYNCLETVS, que decoraba el podio del jardín de la Casa de los Epigramas, y que tal vez sea la imagen de la pequeña mascota familiar.
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Probablemente se trate de uno de los animales de compañía mejor representados, tanto por su volumen, como por la cantidad de ejemplares descubiertos. Más rara es la presencia de gatos, no por ser desconocidos en el período romano sino porque no eran tan comunes como ahora, ya que la función de cazar ratones era preferentemente llevada a cabo por pequeñas comadrejas. Los restos de unos y otras están presentes en Pompeya y su región, y una magnífica representación de un gato jugueteando con un pájaro procede de un emblema musivario de la Casa del Fauno.
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Estos restos animales nos permiten conocer cómo eran algunos de los seres que acompañaban al hombre romano en su día a día. La importancia que tendrían en vida es difícil de conocer, pero no todos llevaron una vida placentera como animales de compañía, ya que se han descubierto restos de perros con problemas óseos derivados de una pésima alimentación. Probablemente esto se deba a que los veían como una mera herramienta de trabajo y no como un animal de compañía, como ocurre todavía hoy en muchos pueblos de España, especialmente si tenemos en cuenta que era un pueblo esencialmente campesino, y más Pompeya una pequeña ciudad famosa por sus plantaciones de cebollas.

1 comentario:

Mayte Llera (Dalianegra) dijo...

Hace dos años estuve visitando Pompeya y el resto de los yacimientos arqueológicos napolitanos. Este texto me ha traído a la memoria los recuerdos de aquel periplo inolvidable. Por cierto, tengo esa misma foto del perro guardián, la hice en el Anticuario de Boscoreale. Te agrego a mi blog para continuar leyéndote. Un beso.