El jardín romano no era un jardín silencioso; las pinturas que los representan muestran un universo poblado de fuentes con numerosos surtidores e infinidad de aves y animales mezclados en el follaje. Los pequeños animales que vivían allí, bien podían ser criados en la casa, bien podían visitarlo ocasionalmente, en especial algunos tipos de aves. Sea como sea la presencia de numerosas plantas siempreverdes y fuentes debía ser un buen reclamo para la vida natural y así parece demostrarlo la arqueología en el área vesubiana.
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Los jardines de las villas y viviendas del agro pompeyano presentaban fuentes y estanques, arriates de flores, árboles ornamentales o frutales, parras y setos de boj y mirto, lo que los hacía muy adecuados para la vida de diferentes animales. Allí debían vivir numerosas aves, sin embargo sus restos son escasos, probablemente por haber tenido la posibilidad de huir por el aire durante los primeros momentos de la erupción volcánica. Los restos conservados pertenecen, en su mayoría, a restos de banquetes en los que fueron consumidos, aunque hay algunas excepciones como el nido con huevos de tórtola descubierto en un arbusto de laurel presente en el peristilo de la Casa del Fauno en Pompeya o los numerosos restos de columbarios o palomares utilizados para la cría de pichones. Sin embargo, la ausencia de sus restos no significa nada puesto que debían ser muy comunes, sobre todo si nos atenemos a sus numerosas representaciones en las decoraciones murales de la época, y a su perfecto conocimiento de los especímenes.
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La Casa del Brazalete de Oro en Pompeya poseía una riquísima decoración del III estilo, en las estancias abiertas al jardín, que reproduce jardines urbanos poblados de aves. Estas pinturas son naturalistas y permiten reconocer perfectamente las especies representadas, siendo un verdadero repertorio de las plantas, aves, e incluso insectos, que habitaban en la región durante el siglo I d. de C. Las plantas están representadas en su momento de mayor esplendor, por lo que no podrían coexistir en la misma época del año, pero crean un efecto decorativo bellísimo. Con las aves ocurre lo mismo, están representadas muchas de las aves que habitaban la zona, incluyendo las especies estacionales, que hablan de una región más fresca y húmeda que la actual en la que habitaban numerosas aves acuáticas que hace siglos abandonaron el Golfo de Nápoles.
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Allí se pueden ver golondrinas, gorriones, mirlos, oropéndolas, urracas, perdices griegas, garzas y un largo etcétera. Tres son los tipos de palomas representados, la paloma bravía o común, la zurita y la torcaz, que aparece en la fotografía, que presentan unos tipos anatómicos tan perfectos que son claramente diferenciables unas de otras, como el resto de aves representadas.
1 comentario:
interesante entrada.
Un saludo
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