"(...) Edipo, hombre en el confín de lo humano que comparece frente a los dioses asumiendo la tragedia de la visión. No sólo vio, sino que adivinaba. Y adivinando no vio aquello que le importaba y que creyó saber. Su ceguera provenía de que creyó saber bastante al conocer la sentencia, el logos del oráculo. Creyó saber por noticia, sin haber visto. El ciego que miraba por sus ojos se hundió en su desnuda condición, en su verdad cierta: no ver, no ver nada".
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El hombre y lo divino, María Zambrano