sábado, 21 de junio de 2008

Junto con la Venus pompeyana una de las divinidades de mayor importancia en el área vesubiana es Mercurio. Ciudad dedicada a la agricultura y al comercio, no es de extrañar que se encontrase bajo su advocación. Así, es normal encontrar su figura no sólo en numerosos lararios privados, sino también en los lararios compitales situados en las calles y en las fachadas de numerosas tiendas. Por regla general se le representa portando el caduceo con dos serpientes entrelazadas y dos alas, símbolo de la paz y la rapidez, y la bolsa como símbolo de la ganancia y el lucro comercial por él favorecido. De este modo suele acompañarse, en las fachadas de las tiendas, de la diosa Fortuna, como señal de buen augurio y buena fortuna.
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El ejemplo de arriba decoraba la fachada de la Taberna de Crescens en Pompeya y une a los símbolos citados un tercero, un descomunal falo. Éste era un símbolo del poder fecundante de la naturaleza y era venerado como personificación del dios Fascinus, que impedía el mal de ojo. De esta forma aparece de forma individualizada en numerosas fachadas de tiendas y viviendas pompeyanas, presentando un marcado carácter profiláctico o apotropaico sobre las personas que allí moraban. Sin embargo no es raro encontrar el falo asociado con otras divinidades, como en este ejemplo, aumentando su valor protector, ya que sería garantía de pingües beneficios comerciales.
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La presencia de estos elementos hoy en día puede sorprendernos, pero en el mundo romano no ya que eran enormemente supersticiosos y temían ser objeto del mal de ojo. Era tal el temor que poseían a ser envidiados por su prosperidad material que les hacía temer que alguien les pusiese el ojo encima y emitiera partículas dañiñas que, tras penetrar en su persona, le hicieran enfermar e incluso morir. Ante esto poseían numerosos amuletos y rituales, siendo un ejemplo de ello las divinidades protectoras presentes en las fachadas de casas y viviendas. Aunque hoy esto parece superado, el temor al mal de ojo es una característica del mundo mediterráneo y hasta hace bien poco era frecuente el uso de amuletos durante la infancia para combatirlo.

3 comentarios:

Fujur dijo...

Mover la colita evita el mal de ojo en verdad... quizás porque no te hace pensar en él! jeje

El llano Galvín dijo...

Ja, ja, ja! No había pensado en ello, creo que tienes razón, se olvidan todos los males!

sandra dijo...

jiji! ;)