Antíope, ninfa hija del rey Nicteo de Tebas, era tan bella que Zeus la sedujo en forma de sátiro, dejándola embarazada. Su padre no creyó que el amante de su hija fuese Zeus por lo que la expulsó de Tebas y la persiguió hasta Sición, ciudad donde se había refugiado. En la guerra que siguió entre las dos ciudades Nicteo murió, encargando a su hermano Lico que castigase el crimen de su hija. Lico usurpó el trono de Tebas y tras vencer a Epopeo, rey de Sición, llevó consigo a Antíope a la corte, donde fue entregada en custodia a Dirce, esposa de Lico, quien disfrutaba maltratándola. Antes de llegar a Tebas Antíope dio a luz a dos gemelos, Anfión y Zeto, que fueron abandonados en el monte Citerión, donde fueron recogidos por pastores.
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Tan celosa estaba Dirce de Antíope que la encerró en una celda durante años, aunque ésta pudo escapar huyendo al monte Citerión, donde se reencontró con sus hijos. Éstos, en venganza de su madre, destronaron a Lico y ataron a Dirce a los cuernos de un toro que la arrastró hasta matarla. Después arrojaron su cuerpo a un manantial que lleva su mismo nombre.
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Este emblema actúa como pendant del Suplicio de Penteo en la casa de los Vettii en Pompeya y, como en dicho ejemplo, muestra el castigo de la hybris, ya que Zeus fue despreciado, cayendo la desgracia sobre el reino de Tebas. Sorprende en este mito el hecho de que Anfión, libertador de su madre, fuese castigado igualmente con el pecado de la hybris, ya que su mujer Níobe despreció a Leto y sufrió la ira de sus hijos, Apolo y Artemis, que mataron a toda su descendencia.
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Existen otros ejemplos pictóricos de esta tema procedentes de Pompeya, pero sin lugar a dudas la obra más famosa que representa este mito es el célebre Toro Farnesio del Museo Archeologico Nazionale de Nápoli, que decoraba las Termas de Caracalla en Roma.
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