viernes, 9 de mayo de 2008

"Cada vivienda se puede aislar como un universo en miniatura, peculiar en su singularidad irrepetible, diferente de todas las demás, pero con tantas concomitancias hermanándola al resto, que se reconoce ineludiblemente su filiación como una manifestación cultural más fruto de un modo de vida, una síntesis esencial de civilización (...). Cada ejemplar de vivienda es hijo de una civilización, un microcosmos accidental cuya lógica de funcionamiento obedece a una aplicación de patrones económicos, sociales, políticos y culturales de alcance más global".
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La casa romana, Pedro Ángel Fernández Vega
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Como bien dice Pedro Ángel Fernández cada vivienda es un universo en miniatura y describir sus características siempre se debe hacer de una forma somera y prudente, puesto que hay tantas formas de vida como personas existen. Sin embargo, esta afirmación tiene sus limitaciones puesto que los hábitos vitales se acomodan a la sociedad a la que se pertenezca. Como es de esperar, en el mundo romano esto también ocurre así y al hablar de la vivienda sólo se pueden tratar aspectos generales ya que las singularidades son tantas como viviendas se conservan.
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Como en todas las sociedades los estamentos sociales eran muy variados y, por lo tanto, sus modos de habitar. Así, en una misma ciudad podemos encontrar desde los ricos terratenientes con sus domus y villae hasta los hombres libres más pobres, los humiliores, con pequeños cuartos abiertos al cabo de la calle o en los pisos más altos de las insulae. Entre unos y otros existen numerosos estratos, desde una burguesía muy acomodada, compuesta generalmente por libertos, hasta hombres libres con escasos recursos pero que les permitían tener una vivienda compuesta por unas cuantas estancias y, generalmente, un negocio abierto a la calle. En cualquiera de los casos, todos ellos eran afortunados por su condición de hombres libres ya que conviviendo con ellos, en ocasiones en unas condiciones infrahumanas, se encontraban los esclavos, privados de libertad y de recursos económicos.
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Reconstruir la vida de las gentes más desfavorecidas es difícil, puesto que las referencias literarias conservadas suelen tratar de las clases más acomodadas, aunque echar un simple vistazo a sus viviendas nos hace pensar en una vida de apreturas y sin grandes lujos. Sin embargo, es la vida de las clases pudientes la que nos permite recrear, en mayor o menor medida, de qué modo estaba estructurada la sociedad romana y sus posibles hábitos vitales.
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Cualquier domus o villa se constituía como un microcosmos que giraba alrededor del dueño de la casa, el pater familias. En torno a su figura giraba el entorno familiar más íntimo; la familia doméstica, compuesta por los esclavos y libertos que habitaban en su vivienda; sus relaciones económicas y de clientela a través de libertos y hombres libres asociados a su figura; y, por último, sus relaciones sociales con personajes de su misma categoría social. Obviamente no todas las figuras asociadas al pater familias habitaban su mismo entorno, sin embargo, la cantidad de personas que habitaban una misma vivienda podía ser muy grande, tal y como indican algunas fuentes literarias.
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El pater familias y su familia más íntima habitaban la parte noble de la casa. Por regla general su vida gira en torno al peristilo de la vivienda, de manera que ocupaban estancias bien aireadas y con vistas a los jardines que poseyesen. La miembros de la familia podían habitar de un modo homogéneo, compartiendo todas las estancias, o vivir con una relativa autonomía respecto al resto de familiares en las denominadas, diaetae. Se trata de estancias con una cierta independencia con respecto del nucleo familiar que, en ocasiones, tienen acceso desde la calle y que, tal y como demuestra la arqueología del área vesubiana, se convierten en unidades independientes de la vivienda aunque conectadas a ella a través de puertas y corredores. Las diaetae se podían convertir en pabellones presentes en jardines, garantizando una mayor autonomía y que son muy representados en las decoraciones de jardines.
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La presencia de dichos pabellones o diaetae también se justifica en los casos en que algunos libertos con especiales implicaciones familiares o económicas habitasen en la vivienda. La alta mortalidad infantil y el hecho de que los libertos recibiesen el nomen y el cognomen de la familia podía suponer una continuidad de la rama familiar a través de sus personas. En caso de que esto ocurriese así siempre recaía en personajes con altas habilidades como ocurre en el caso del famoso Trimalción de Petronio. En Pompeya se ha atestiguado la presencia de numerosos libertos actuando como procuradores de las domus en casos de ausencia del propietario.
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Anexa a esta forma de vida cómoda y relajada existía en la misma vivienda un entorno rústico y servil donde las condiciones vitales eran duras. Cuando las posibilidades económicas lo permitían el área de servicio de la domus se encontraba alejado del nucleo doméstico, de forma que el pater familias y su entorno vivían ajenos al bullicio y malos olores de las cocinas, talleres y almacenes presentes en la vivienda. Las personas que aquí moraban giraban en torno a la cocina, donde se encontraba el hogar y, por tanto, los Penates asociados a él. Por regla general este espacio, rodeado de una cierta sacralidad, a pesar de ser uno de los ambientes más denostados de la vivienda, era el lugar donde se encontraba el larario doméstico de la zona servil y donde se daban las órdenes a los esclavos que allí habitaban.
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Los esclavos que componían la familia doméstica poseían distintos niveles de valoración dentro de la vivienda y no todos vivían en las mismas condiciones. Algunos de ellos especialmente valorados poseían sus propias habitaciones, denominadas comunmente cellae, pero esto no siempre era así y muchos de ellos simplemente poseían una capa o manta con la que arroparse en cualquier rincón. Peor situación podían poseer los esclavos rústicos, destinados a las labores del campo, que solían dormir encadenados a cepos de hierro para evitar que escapasen, y que ha quedado atestiguado por la arqueología del área vesubiana al descubrirse dichos cepos en algunas villas rústicas de Boscoreale o en el propio Cuartel de los Gladiadores de Pompeya.
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Las diferencias vitales entre unos y otros son obvias, sin embargo son los estudios antropológicos realizados en los últimos tiempos los que demuestran hasta qué punto existían diferencias en sus formas vitales. En el estudio llevado a cabo por Sara y Jane Bisel en los esqueletos descubiertos en el puerto de Herculano se puede ver cómo los personajes de la alta sociedad poseían huesos fuertes y sanos, asociados a una buena alimentación, aunque con una cierta tendencia a la presencia de caries en los dientes por la ingesta de numerosos dulces a base de miel. En cambio los esqueletos de esclavos se suelen caracterizar por poseer huesos frágiles debido a la mala alimentación, suelen estar cargados de espalda por el transporte de pesados fardos y, en numerosos casos, se encuentran aquejados de artritis.
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Sorprende encontrar diferencias vitales tan marcadas entre las personas que habitan una misma vivienda, sin embargo esto siempre ha sido así. Quizás la ausencia de libertad de los esclavos romanos hiciese más precaria su situación que en otras épocas, pero tampoco debía ser muy diferente a la vida de las clases más desfavorecidas de la Europa posterior a la Revolución Industrial. Tal y como muestran numerosos grabados y dibujos de la época, las condiciones de los obreros en fábricas y talleres eran inmundas y su vida fuera del trabajo no era mejor, lo que hacía que las infecciones y la mortalidad fuesen muy elevadas.
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Mejores condiciones poseía la pequeña burguesía y los pequeños propietarios agrícolas, aunque será la alta burguesía y la aristocracia la que marque las pautas de las diferencias sociales entre unos y otros, como en otras épocas. A diferencia del mundo romano, donde todas las clases sociales se podían encontrar mezcladas en una misma insula o manzana de casas, en el mundo aristocrático y burgués de finales del siglo XIX y principios del siglo XX ésto no siempre es así.
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Surgen barrios residenciales donde sí conviven todos los estamentos sociales, siendo la primera planta la más noble y por tanto la habitada por las personas con mayores recursos económicos, decreciendo en altura el nivel adquisitivo de sus propietarios, llegando a los pequeños cuartuchos insalubres instalados en los desvanes de dichos edificios. La llegada del ascensor cambiará esta situación y favorecerá el que todas las plantas de un edificio tengan el mismo valor y que todas sean plantas nobles, desplazando a los más desfavorecidos a viviendas más modestas instaladas en los suburbidos de las ciudades.
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Otro tipo de vivienda, mucho más escasa, pero más representativa de la estructuración de las personas que en ellas habitaban son los palacetes construidos en los siglos XIX y XX. Estos edificios, como la domus romana, se caracterizan por la clara división de la vivienda en dos áreas, la noble y la servil. Por regla general la planta baja es una zona de tránsito y de trabajo, donde se localizan las cocheras, las cocinas y otras áreas de servicio, mientras que la primera y la segunda planta son el área noble, donde vive la familia en unas condiciones óptimas tal y como se puede ver en los ejemplos conservados hoy y convertidos en museos. El área de servicio se encontraba, como en los bloques de edificios, en la zona más alta de la vivienda, aunque sus condiciones suelen ser buenas y, por regla general, presentan ciertas comodidades y suficiente ventilación. Esto hacía que las personas que trabajaban al servicio de las personas adineradas viviesen en unas condiciones laborales y vitales tolerables y en nada se pueden equiparar a las pésimas condiciones que debieron sobrellevar gran parte de los esclavos del mundo romano.
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Aunque las pautas vitales generales en todas las épocas parecen ser comunes, las singularidades de un momento u otro hacen ver que la vida de las personas que nacieron en dichos momentos podía ser afectada por numerosos factores inimaginables hoy por hoy. La desaparición de la esclavitud y la servidumbre, de la dependencia económica o sentimental de un patrón y otras especialidades hacen difícil recrear la verdadera vida que pudo llevar una persona anónima en cualquier momento histórico. En cualquier caso ésta ha sido una descripción muy somera de algunas de las posibilidades vitales existentes en época romana, pero que han dejado en el tintero numerosas variedades que existirían según las áreas regionales y los distintos períodos históricos.
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Fujur, espero haber respondido a tu petición. Este tema daría lugar a decenas de posts tratando distintos aspectos así que de momento he hecho un esbozo y más adelante intentaré ir aportando más datos acerca de este tema.

5 comentarios:

Fujur dijo...

Creo que ya te hablé en alguna ocasión de Fustel de Coulanges. Él, precisamente, estructuraba la idea de familia-gens-culto a los antepasados, en torno a la idea de hogar (el fuego siempre vivo, VESTA). Quizás el hecho de que conservemos más las apariencias y seamos los latinos más presumidos frente al resto algo tenga que ver con ello.

Escribí algo sobre eso:

El llano Galvín dijo...

No conocía a Fustel de Coulanges, pero me aplicaré e intentaré leerlo porque lo poco que he investigado sobre él me ha parecido francamente interesante, y buscaré lo que escribiste para tener otra aproximación a su figura. Muchas gracias!!!!

Fujur dijo...

La verdad es que es un escritor a tener en cuenta, bajo mi punto de vista no es, para nada, inferior a Mommsen. "La ciudad antigua" es su obra clave, puedes encontrarla en la editorial (no sé si EDAF) en formato bolsillo. cógelo, te gustará! (es el típico libro que ha quedado un tanto en descrédito según los historiadores actuales, pero que como Gibbon, con su lectura siempre nos sorprende, la más de las veces para bien).

El llano Galvín dijo...

Me asombra la relación de autores que citas. Yo siempre he sido autodidacta y encontrar las lecturas adecuadas no nada es fácil, a veces hay que dar muchos palos de ciego hasta encontrar algo francamente interesante. Gracias por la información!!
He buscado en tu blog lo que escribiste sobre Fustel de Coulanges pero no he podido encontrarlo, aunque la búsqueda no ha sido en vano porque he leido cosas francamente interesantes. Enhorabuena!!!!!

Fujur dijo...

Por cierto... el libro este de la "casa romana" de Akal ediciones, me lo recomendarías??

A veces los autores españoles parecen no tener el prestigio que deberían... por lo que prefiero consultar a un profesional! ;-)