viernes, 22 de febrero de 2008

Las representaciones eróticas en el arte clásico eran una práctica común, conociéndose obras de este tipo pintadas por algunos de los pintores más famosos de la Grecia Clásica, como Parrasios. Siguiendo la influencia helenística, entre las personas cultivadas de la época era costumbre habitual decorar algunas estancias de sus casas y villas con pinturas y mosaicos de temética erótica. Por lo general se localizaban en pequeñas pinacotecas o salas de representación, por lo que se consideraban obras de un gran valor, dignas de ser mostradas a otras personas de gustos refinados.
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Estas escenas podían hacer alusión a prácticas sexuales entre humanos o entre seres mitológicos, pero siempre se trataba de representaciones de alta calidad y sutileza. Algunos de los temas más frecuentes eran el acto amoroso entre sátiros y ménades o ninfas, y la sorpresa de un sátiro al confundir a Hermafrodito con una ninfa. El ejemplo que he utilizado representa una escena amatoria entre un sátiro y una ninfa y decoraba el suelo de un cubículum de la Casa del Fauno de Pompeya.
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Junto a estas obras refinadas también se han descubierto algunas escenas mucho más soeces y explícitas que decoraban viviendas más humildes y, en ocasiones, burdeles.
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En la casa de Vibia Sabina he utilizado este pequeño emblema de mosaico como centro del pavimento de un cubículum abierto al atrio y decorado con el II estilo pompeyano.

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