jueves, 28 de febrero de 2008

De vez en cuando encontramos pequeñas joyas, y yo en esta ocasión la he encontrado en "The servant" de Joseph Losey ¡Me ha parecido una película fascinante!
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Siempre he creido que la figura del criado esconde un lado oscuro, puesto que conoce todas las intimidades de su señor y controla hasta el último de sus movimientos, pero la relación tan turbulenta que se establece en esta película es asombrosa... Cómo el criado es capaz de manipular a su amo hasta convertirle en un títere en sus manos; cómo provoca la aniquilación moral y física del amo para alcanzar sus fines... -

He elegido los dos momentos de la película que me parecen más significativos. La escena inicial en la que se prefigura la futura relación de amo y criado, en la que Dirk Bogarde, desde una posición de superioridad, observa dormir a James Fox. Es este un momento impreciso en el que no queda claro quien es quien en la escena, pero en el que ya se aprecia el distanciamiento del criado.m

La última escena que he elegido es mi favorita. El criado Hugo Barrett, oculto bajo un inocente juego de niños, comienza la verdadera aniquilación de su señor. La actuación de James Fox sólo en esta escena hace de la película una obra imprescindible.
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Toñi, muchas gracias por tu recomendación!!!

martes, 26 de febrero de 2008

"El hombre tiene en su corazón lugares que todavía no existen y en los que penetra el dolor para que pueda existir"
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Moments choisis des histoire(s) du cinéma, Jean-Luc Godard

lunes, 25 de febrero de 2008

"(...) Y en el instante justo en que abuelo Sebastián, con la copa en la mano y tambaleándose como Sileno, aventuraba un paso de mazurca entre risas y bravos; en el instante rarísimo en que las tías luctuosas desarrugaban sus frentes bajo los negros chalones; en aquel instante mismo sentí que una voz admonitoria resonaba en mi ser, y que un viento glacial me sustraía de pronto al ritmo de la fiesta, devoraba luces y barría sonidos. Y ante mis ojos operóse una transmutación incrible: me pareció ver la obra del tiempo adelantándose ya a aquellas mujeres y aquellos hombres que bailaban entrelazados; vi arrugarse las caras, hundirse los ojos y desvastarse las encías, los vi a todos, retorciéndose y quemándose como las hojas de un árbol en un incendio; y vi, además, cómo se agrietaban las paredes, cómo ennegrecían los techos, cómo se derrumbaba hecha polvo la casa de Maipú. Entonces quise gritar, pero aquel grito de alarma se quebró en mis labios. Y huí vertiginosamente, rumbo de la noche, lejos de la mansión que se abatía sobre tantas cabezas. Y no se borrará de mi memoria la imagen de aquel niño que, abrazado a su caballo atento, sollozaba en una medianoche de bodas, frente a la casa llena de música."
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Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal

viernes, 22 de febrero de 2008

Las representaciones eróticas en el arte clásico eran una práctica común, conociéndose obras de este tipo pintadas por algunos de los pintores más famosos de la Grecia Clásica, como Parrasios. Siguiendo la influencia helenística, entre las personas cultivadas de la época era costumbre habitual decorar algunas estancias de sus casas y villas con pinturas y mosaicos de temética erótica. Por lo general se localizaban en pequeñas pinacotecas o salas de representación, por lo que se consideraban obras de un gran valor, dignas de ser mostradas a otras personas de gustos refinados.
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Estas escenas podían hacer alusión a prácticas sexuales entre humanos o entre seres mitológicos, pero siempre se trataba de representaciones de alta calidad y sutileza. Algunos de los temas más frecuentes eran el acto amoroso entre sátiros y ménades o ninfas, y la sorpresa de un sátiro al confundir a Hermafrodito con una ninfa. El ejemplo que he utilizado representa una escena amatoria entre un sátiro y una ninfa y decoraba el suelo de un cubículum de la Casa del Fauno de Pompeya.
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Junto a estas obras refinadas también se han descubierto algunas escenas mucho más soeces y explícitas que decoraban viviendas más humildes y, en ocasiones, burdeles.
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En la casa de Vibia Sabina he utilizado este pequeño emblema de mosaico como centro del pavimento de un cubículum abierto al atrio y decorado con el II estilo pompeyano.

jueves, 21 de febrero de 2008

"La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelípedo de nombre repugnante, en la satisfacción perruna de que todo está en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique".
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Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien".
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Historias de cronopios y de famas. Julio Cortazar.

martes, 19 de febrero de 2008


La Villa de los Misterios conserva una de las mejores colecciones de pinturas del II estilo pompeyano. La gran mayoría de las estancias de dicha villa fueron decoradas con este estilo hacia 60-50 a. de C. y su estado de conservación es excelente teniendo en cuenta el tiempo transcurrido.
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Lo más emblemático de todo el conjunto es la Sala de los Misterios, que ha dado nombre a la Villa. En este oecus aparece representado un friso que recorre las cuatro paredes de la sala, donde se suceden una serie de escenas relacionadas con el mundo dionisíaco, pero de difícil interpretación. Sea cual sea su verdadero sentido, todos los autores reconocen en esta decoración el proceso de iniciación en los misterios dionisíacos o en los misterios órficos, en los que la figura de Dionisos era su piedra angular.
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Las pinturas son de una altísima calidad técnica y siguen el estilo de las pinturas helenísticas, por lo que es probable que copien o interpreten un original helenístico. Esto último es probable porque algunas de las escenas del friso se repiten en algunos mosaicos de temática dionisíaca. Como ejemplo de la belleza de las decoraciones he incorporado el rostro de una de las figuras más fascinante del conjunto, la mujer que huye angustiada ante la visión de la figura de Aidos, la Modestia, azotando a una iniciada.

viernes, 15 de febrero de 2008


Un elemento característico en la decoración del jardín romano es la presencia de "oscilla" en los intercolumnios de los peristilos. Se trata de máscaras, medallones (oscillum) o peltas (medallones labrados que reproducen el escudo de las amazonas) de diferentes materiales, aunque lo más frecuente era el uso de mármol blanco pulido y policromado. Dichos elementos se colgaban entre las columnas del peristilo y con el movimiento del aire giraban y provocaban sonidos y destellos, del mismo modo que actualmente utilizamos "móviles" para decorar nuestras casas.

Este elemento decorativo suele tener connotaciones teatrales y, por lo tanto, está asociado con el mundo dionisíaco. De este modo, las representaciones habituales son máscaras teatrales de todo tipo, oscillum decorados con relieves de tipo dionisíaco (sátiros, silenos, panteras, etc) o peltas decorados igualmente con relieves de tipo dionisíaco o con escenas de cacerías. Además de su relación con el mundo dionisíaco, poseían un carácter profiláctico, utilizándose para ahuyentar a los malos espíritus y evitar la entrada del mal de ojo en las viviendas.

El pueblo romano era muy supersticioso por eso es frecuente encontrar numerosos elementos de carácter profiláctico en las viviendas, tanto en sus fachadas como en el interior de las mismas, aunque este es otro tema y quizás lo trate algún día.

La representación pictórica muestra un ejemplo del tipo de máscaras teatrales utilizadas y procede de la decoración del III estilo de un oecus abierto al jardín de la Casa del Brazalete de Oro en Pompeya. Este detalle también lo he utilizado como parte de la decoración de los paramentos del jardín de la casa de Vibia Sabina.

miércoles, 13 de febrero de 2008

El jardín canónico romano es el peristilo rodeado de columnas en sus cuatro lados, sin embargo la arqueología revela que esto no siempre es así, siendo muy comunes los peristilos con columnas en tres de sus lados, en dos o simplemente en uno. Cuando esto ocurre los muros que circundan el jardín son decorados con pinturas murales de distinto tipo. Lo más común es la representación de jardines que crean efecto de profundidad y de continuidad al jardín real, aunque también son muy frecuentes las representaciones del "paradeisos" (escenas de campo abierto con cacerías de animales salvajes), las escenas nilóticas con representaciones fantasticas del Nilo y pigmeos de tipo grotesco, o las escenas mitológicas decorando un gran emblema central rodeado por vegetación u otros elementos.
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En la casa de Vibia Sabina aparece un peristilo con columnatas únicamente en dos de sus lados por lo que los paramentos van decorados con escenas de jardín. Este detalle procedente de una vivienda pompeyana da una idea de la riqueza de las decoraciones murales que decoraban los jardines, y la profundidad que debía ofrecer a un jardín plantado con plantas siempreverdes o perennes.

martes, 12 de febrero de 2008


"Cuando copula la marta con el gato, no se engendra un gato de deslumbrantes cerdillas, ni una marta de ojos fosforescentes, surge un gato volante, pues la marta y el gato al saltar el escalón se ven obligados a volar."
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Oppiano Licario, José Lezama Lima

viernes, 8 de febrero de 2008

Tras una breve visita al British Museum de Londres vengo absolutamente alucinado con su inmensa colección y con la calidad de las obras allí albergadas. Sin despreciar el resto de piezas quizá lo que más me ha conmocionado ha sido la colección de esculturas y relieves que decoraban el Partenón de Atenas ¡son increibles!
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Aunque no hay duda de que una obra tan monumental fue realizada por un taller, no por el propio Fidias, hay que reconocer la altísima calidad del conjunto. Por su estado fragmentario quizá es más difícil de apreciar en las esculturas que decoraban los frontones, aunque los ejemplos mejor conservados son soberbios y tienen una finura de labra increible si se tiene en cuenta la altura a la que iban destinadas. Sin embargo es en el friso y en las metopas, mucho mejor conservados, donde se aprecia la extremada calidad de la obra.
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Con sus 92 metopas y su friso de 160 metros de largo es difícil elegir un detalle que represente el conjunto, aunque para mí, sin duda, es la procesión de las peplophoras o portadoras del peplo sagrado de Atenea la mejor representación del espíritu que impregnaba el conjunto. Aquí va un detalle!