Escasas son las pinturas de la Antigüedad que han llegado hasta nosotros sobre soportes distintos a la pintura mural, ya sean frescos, yesos pintados u otras variantes como la cal saponificada.
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Algunos ejemplares han sobrevivido sobre madera, especialmente en Egipto aunque también en Grecia, como las tablillas pintadas del siglo VI a. de C. descubiertas en una cueva en Pitsa, cerca de Corinto. Sin embargo, como he venido hablando desde hace tiempo, los soportes eran más variados y uno de ellos de especial valor, por su calidad y por la luminosidad que transmite al pigmento, es el mármol. Grecia ha sido generosa en hallazgos y se conservan numerosas estelas funerarias pintadas de los períodos clásico y helenístico, como las magníficamente conservadas descubiertas en Vergina. Pero fuera del contexto funerario son rarísimos los descubrimientos, a pesar de ser un soporte ampliamente utilizado en el pasado.
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Escenas mitológicas o meramente decorativas cubrían pequeñas lastras marmóreas destinadas a ser encastradas en los muros de las estancias más destacadas de algunas viviendas notables, sin embargo su hallazgo es absolutamente excepcional. Algunos ejemplares bien conservados proceden de Herculano y son reelaboraciones neoáticas de finales del siglo I a. de C. o inicios del I d. de C. de obras clásicas.
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Los ejemplares conservados, como la pieza arriba expuesta, son obras monócromas sobre fondo blanco (las monochromata ex albo citadas por Plinio el Viejo) que siguen la tradición griega de finales del siglo V a. de C., iniciada por el ateniense Zeuxis, y ampliamente documentada por su uso en los lékythos funerarios griegos. Su temática es variada, ya sea mitológica como la lucha de Teseo con el centauro Eurito, de género como el triunfo de un apobate griego, o meramente decorativa como algunas figuras animales aisladas.
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El ejemplar arriba expuesto es de tema mitológico aunque habitualmente se viene llamando "Las jugadoras de tabas". Firmado por Alexandros de Atenas (Alexandros Athenaios egrapse) es una obra neoática del período augusteo, tal y como atestigua el arcaismo recurrente en ese momento de incluir el nombre de los personajes en alfabeto griego, que representa el momento previo a una de las grandes tragedias griegas: la muerte de los hijos de Níobe.
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Mientras las nióbides Aglaia e Ilaria juegan a las tabas, ajenas a la desgracia que se avecina, su madre Níobe acaba de jactarse delante de Latona de su abundante prole, quien iracunda, a pesar de ser apaciguada por Febe, solicitará el apoyo de sus hijos, Apolo y Diana, para acabar con ellos.
4 comentarios:
Curioso cómo no han llegado muchas pinturas romanas, y sí, románicas... es ciertamente intrigante sí. (avances en el románico??? creí que ello estaba reñido con ese período ;-)
un abrazo!!
Hola Javier!
Cuantitativamente han llegado más pinturas romanas que románicas, principalmente porque las últimas tenían un fin religioso y se circunscribían a ambientes de este tipo o circunstancialmente a espacios palaciegos, y después a que su calidad técnica es peor y eso agrava sus problemas de conservación, salvo excepciones como las maravillas de Tahull. De todos modos a mi modo de entender no son equiparables, primero por pertenecer a períodos históricos muy distintos y después por tener una finalidad radicalmente opuesta.
Un abrazo!!
Hola, Juan Carlos, me congratula que hayas colgado otra de tus completísimas y didácticas entradas, esta vez relativa a las "monochromata ex albo" y en este caso concreto, a la que representa a esas hijas de Niobe que jugaban a las tabas ajenas a una muerte inminente. Preciosa entrada, tanto como esa delicada pintura monocromática sobre soporte marmóreo. Leyéndote todos aprendemos un poco más sobre temas muy interesantes. Un besote fuerte.
Hola Mayte!!
Muchas gracias por tus palabras, animan a seguir escribiendo aunque ahora no tengo nada de tiempo y me es imposible. A ver si consigo normalizar mi tiempo...
Un beso!!!
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