martes, 21 de octubre de 2008

Si hay una decoración pictórica romana que me guste por encima de todas es la del oecus situado en el criptopórtico de la llamada Casa del Criptopórtico en Pompeya. Ejecutada en el denominado II estilo pompeyano hacia 40-30 a. de C. es un claro ejemplo de la riqueza pictórica tardorrepublicana, heredera directa de las corrientes helenísticas.
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El II estilo pompeyano o estilo arquitectónico se caracteriza por representar arquitecturas fingidas más o menos elaboradas. Existen ejemplos soberbios, de una riqueza y complejidad compositiva sólo recuperada en el muy posterior Manierismo y Barroco europeo, como por ejemplo las decoraciones murales del triclinium de la Villa de Sabina Poppaea en Oplontis o algunos de los cubículums de la Villa de los Misterios en Pompeya. Por regla general muestran arquitecturas fantásticas que se abren a espacios imposibles en los que se suceden columnatas y edificios de gran riqueza decorativa. Sin embargo, dichas decoraciones a veces se simplifican y muestran imitaciones de mármoles polícromos sobre un pedestal en el que descansan ricas columnas, pilastras o, como en este caso, hermes o cariátides que soportan un entablamento más o menos elaborado. De hecho, este último tipo es el más común y se encuentran buenos ejemplos de ello en toda Italia, como las bellísimas decoraciones del Capitolio de Brescia o de la Casa de Augusto en Roma.
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El ejemplo que ilustro arriba es de este último tipo, aunque es de una calidad técnica no muy común entre las obras conservadas. A pesar de que ahora dichas pinturas han sido arrancadas de su emplazamiento original y se ha perdido el efecto real del conjunto, su excavación fue bien documentada por Maiuri por lo que conocemos como eran originalmente. Sobre un podio que imitaba mármoles polícromos descansan ricos hermes y cariátides de tipo dionisíaco (ménades, sátiros, Sileno...), unidos entre sí por guirnaldas vegetales, que soportaban un riquísimo entablamento de estuco constituido por prótomos taurinos que surgen de hojas de acanto y sobre éste una gran bóveda de cañón decorada con estucos geométricos de gran riqueza y variedad decorativa. Tras las figuras que soportan el entablamento aparece un falso muro sobre el que descansan pinax decorados con temas dionisíacos o teatrales y de los que ya expuse un ejemplo hace tiempo.
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El tema dionisíaco que prima sobre el conjunto se debe a que se trataba de un oecus triclinar usado, por tanto, para celebrar cenas. Así hermes y cariátides se acompañan de instrumentos musicales para acompañar la velada y algunos atributos relacionados con la abundancia, como el cuerno que porta la cariátide del ejemplo de arriba.
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Sin embargo, la Casa del Criptopórtico sufrió graves daños durante el terremoto del año 62 d. de C. y el criptopórtico dejó de tener una función de ostentación pasando a convertirse en un simple depósito de ánforas y alimentos, por lo que las pinturas comenzaron a sufrir numerosos deterioros y muestran huellas de abandono, especialmente en los numerosos grafittis que cubren las pinturas, destacando las luchas gladiatorias entre animales. Probablemente dichas pinturas habrían desaparecido bajo un nuevo enlucido decorado en IV estilo si no hubiese desaparecido Pompeya bajo varios metros de ceniza, por lo que hay que dar gracias por su conservación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan los frescos pompeyanos... Un artículo interesante, profundo y aclaratorio. La imagen es preciosa. Gracias por regalarnos una información tan amena y valiosa. Un saludo.

El llano Galvín dijo...

Muchas gracias a tí por el comentario, anima mucho para seguir escribiendo. Un saludo!!!