miércoles, 5 de marzo de 2008

Los grandes originales de la pintura clásica desgraciadamente se han perdido, aunque podemos hacernos una idea de su ejecución gracias a la presencia de numerosas copias en las decoraciones murales pompeyanas y a los escasísimos ejemplos conservados, como los hallados en las tumbas reales de Vergina.
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Las obras de Parrasio, Zeuxis, Apeles o Polignoto sólo se conocen a través de las fuentes literarias, aunque es muy probable que entre las decoraciones de época romana se conserven copias de ellas. Su atribución y fidelidad es muy discutida, sobre todo cuando se encuentran varias versiones de un mismo tema; sin embargo existen algunos ejemplos que sí parecen copiar muy fielmente originales griegos. Se trata de la reproducción de "pinax" o tablillas pintadas.
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Por regla general en Grecia las obras de mayor valor eran las pinturas de caballete, en las que los artistas intentaban plasmar su mayor virtuosismo ya que en numerosas ocasiones se convertían en ofrendas para las divinidades y terminaban decorando templos. Con la llegada de la dominación romana la gran mayoría de estas obras pasaron a formar parte del circuito comercial y algunas de ellas se hicieron muy populares, tal y como demuestra la presencia de numerosas copias de una misma obra, como el "Perseo liberando a Andrómeda" atribuido a Nicias.
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De más dudosa atribución son los denominados "pinax". Se trata de reproducciones de tablillas pintadas al estilo puramente griego, que suelen utilizarse como detalles decorativos en las decoraciones del II y III estilo pompeyano. Puesto que su adquisición sólo era posible por una élite muy selecta, el resto de la población cultivada pasó a introducir copias de dichas obras en las decoraciones murales presentes en los ambientes más refinados de sus viviendas.
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Normalmente estos pequeños cuadritos aparecen representados con sus marcos originales, pudiéndose observar, como en este caso, que en ocasiones llevaban portezuelas que habitualmente se mantenían cerradas sólo abriéndose cuando se deseaba mostrarlos, para preservarlos de la luz y de las inclemencias del tiempo. Esto era así porque los soportes utilizados eran la madera, el lienzo y, más raramente, el marfil, materiales muy sensibles al paso del tiempo.
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Aunque los escasísimos ejemplares originales conservados no son de muy buena calidad, sí podemos hacernos una idea de su calidad y acabado observando los retratos de El Fayum, obras de época romana pero que siguen las tradiciones pictóricas de época griega.
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El ejemplar que he utilizado forma parte de la decoración del II estilo del criptopórtico de la denominada Casa del Criptopórtico de Pompeya, y representa a Ariadna conducida a su casamiento. Ésta es una de mis pinturas pompeyanas favoritas así que no he podido menos que incluirla como parte de la decoración del II estilo del triclinum de la Casa de Vibia Sabina.

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