viernes, 9 de octubre de 2009

"(...) Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo".
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El Reino de este Mundo, Alejo Carpentier

domingo, 4 de octubre de 2009

La representación de jugadoras de tabas en la Antigüedad tenía un fuerte valor simbólico, íntimamente relacionado con el mundo femenino, con significados distintos dependiendo del contexto arqueológico del que procedan.
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Todos los ejemplares conocidos parten de un original desconocido del siglo V a. de C., posible exvoto ofrecido a Afrodita en Atenas, realizado en un material desconocido, tal vez bronce, que pasó muy pronto a la cloroplástica para convertirse en un modelo frecuente desde el siglo IV a. de C. Es probable que la composición original mostrase a dos adolescentes jugando a las tabas, como el ejemplar arriba expuesto, ya que en los ejemplares conservados aparecen ambas figuras o bien se conservan figuras aisladas pero reproduciendo los mismos ejemplares.
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El modelo original es muy probable que se concebiese como un exvoto vinculado al culto de Afrodita, tal y como lo confirman algunos ejemplares descubiertos en la Acrópolis de Atenas. En tal caso eran ofrendas femeninas que simbolizaban el paso de la adolescencia a la vida de mujer casada.
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Sin embargo, la gran mayoría de ejemplares proceden de tumbas de adolescentes donde tenían un significado distinto ya que el juego pasó a simbolizar el destino contrariado de la futura esposa, muerta antes de tiempo.
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En Roma se retomó el tema y, aunque los ejemplares conservados proceden de contextos domésticos, su significado estaba vinculado al mundo funerario ya que suponían una reflexión sobre la fragilidad de la condición humana. Por regla general parecen ser representaciones simbólicas de niñas muertas prematuramente, que se muestran en una actitud mucho más relajada que los modelos griegos ya que aparecen recostadas en el suelo mientras lanzan una tirada de tabas, probablemente copiando un modelo helenístico tardío, ya del siglo II a. de C.
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Los ejemplares griegos conservados hasta ahora son figurillas de arcilla producidas en Atenas, Tanagra y Taranto, en la Magna Grecia, y todos parten de un modelo común puesto que reproducen, con ligerísimas variantes, los mismos ejemplares. Quizás el ejemplar del que parten sea el mismo representado en la pintura descubierta en Herculano de la que hablé en el post anterior ya que copia un original del s. V a. de C. y es similar en todo a los originales de los siglos IV y III a. de C. descubiertos en el área mediterránea.
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El ejemplar arriba expuesto quizá sea la copia más fidedigna y, sobre todo, la mejor conservada. Albergada en el British Museum se dice que fue descubierta como ofrenda en una tumba de h. 340-330 a. de C. en Capua, pudiéndose atribuir su fabricación a los talleres de la vecina Taranto. Como es habitual aparecen ambas jóvenes reclinadas sobre el suelo atendiendo a su juego; en este caso con una de sus manos sujetan un puñado de tabas mientras con la otra lanzan la jugada, pero en otros ejemplares sujetan en su mano el "phormiskos", pequeño saco destinado a albergar las tabas.
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El buen estado de conservación de la pieza, con importantes restos de policromía y dorado, hablan de una procedencia de tipo funerario, en particular de una tumba en fosa típica del sur de Italia, compuesta por lastras calcáreas que han permitido la conservación de numerosos ejemplares con sus policromías magníficamente conservadas.