domingo, 25 de enero de 2009


El calzado más común entre los romanos era la sandalia (solea, crepida, caliga...) atada con correas (corrigiae) siguiendo las costumbres griegas, si bien algunos modelos como las caligae usadas por los legionarios son puramente romanas. Sin embargo la variedad de tipologías era grande, desde las sandalias de palma de influencia egipcia, como la baxea hasta las botas altas como el pero, el campagus o el cothurnus usado por los actores teatrales.
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La forma de los zapatos no difería entre unas clases sociales y otras, salvo en el uso de materiales de mayor calidad y en la profusión de los adornos, a excepción de los mullei, zapatos de color rojo que sólo podían utilizar los magistrados de superior categoría: cónsul, pretor y edil curul. Además, los senadores como distintivo social usaban un calzado específico, el calceus senatorius, una bota alta de color encarnado atada con correas y decorada con una media luna de marfil o plata.
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Los ejemplos conservados son en su mayoría sandalias de distinto tipo, ya sean de cuero, esparto o palma, y proceden de todas las partes del Imperio, lo que habla de un uso generalizado, aunque excepcionalmente se han conservado algunas piezas que muestran distintos tipos de zapatos, algunos de ellos muy suntuosos: desde los thabeb egipcios, zapato femenino con suela de corcho y cuerpo bordado, pintado o incluso dorado, hasta los zapatos de cuero de Vindolanda con el sello de su fabricante, Lucius Aebutius Thales.
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La variedad es grande pero poco estudiada y, probablemente, sus tipologías variarían dependiendo de las distintas áreas del Imperio. De hecho algunos de los modelos descubiertos en Inglaterra (Vindolanda, Londres, Shoutfleet...) no tienen paralelo con los descubiertos en Egipto (Antinoe, Qasr, Hawara...), probablemente por las diferencias de clima entre ambas regiones.
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Como ejemplo muestro un zapato del período ptolemaico, aunque de continuidad en el mundo romano, conservado en el Museum of Fine Arts de Boston (http://www.mfa.org/), de gran modernidad y paralelismo con modelos actuales.

sábado, 17 de enero de 2009

Uno de mis últimos descubrimientos musicales ha sido Santogold y su magnífico clip "L.E.S. Artistes" inspirado en "La montaña sagrada" de Jodorowsky:
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domingo, 11 de enero de 2009

Desde mi punto de vista algunas de las más bellas decoraciones procedentes del área vesubiana son las producidas en el período de transición entre el III y IV estilo pompeyano. Aún conservan la elegancia y el equilibrio de las formas del III estilo aunque ya apuntan hacia un cierto amaneramiento y barroquismo, propio del IV estilo, que las convierten en obras excepcionales.
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La datación de estas obras es muy controvertida puesto que tradicionalmente se consideraba que el IV estilo había nacido durante el reinado de Nerón, por lo que en una ciudad de provincias como Pompeya dicho estilo debía haberse introducido unos años después, utilizándose habitualmente como fecha de introducción el 62 d. de C., ya que todas las pinturas producidas tras esa fecha se pintaron en dicho estilo. Sin embargo la arqueología apunta hacia caminos muy distintos. Durante el reinado de Nerón el denominado IV estilo ya se encuentra en su fase de madurez, tal y como se puede ver en las magníficas pinturas de la Domus Aurea, donde el estilo y las formas se encuentran plenamente consolidadas. Así que es necesario remontarse hacia atrás para buscar los primeros ejemplos y éstos datan del período julio-claudio (14-62 d. de. C.); en este período conviven los denominados III y IV estilo, aunque este último de forma un tanto titubeante y muy próximo aún a las formas del III, por lo que aún se puede considerar un estilo de transición.
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La duda acerca de su fecha de creación surgió al estudiar las pinturas pompeyanas ya que se observó que muchas de ellas, fechadas tras el 62 d. de C. conservaban clarísimas huellas de fabricación previa a esta fecha, en especial porque muchas de ellas presentaban reparaciones y restauraciones llevadas a cabo tras el seismo del año 62 que asoló la región. Sin embargo, la línea todavía no está muy clara y es probable que la fecha de algunas de ellas sea anterior a la fijada hasta ahora, a pesar de los estudios llevados a cabo por Bastet, Archer y De Vos.
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Algunos de los ejemplos más célebres de dicho estilo de transición proceden de una de las viviendas más celebradas y conocidas actualmente en Pompeya, la casa de los Vettii. Se trata de las pinturas de las dos alae abiertas al atrium de la casa compuestas por una estilizada decoración de arquitecturas fingidas de la que penden tapices con un emblema central de tipo dionisíaco o agonístico. Sin embargo, mis pinturas favoritas en este estilo son las que decoraban el ambulacro del peristilo de la Villa de Contrada-Bottaro, también llamada Villa Matrone, sita en las cercanías de Pompeya, y de la que muestro un detalle arriba. A pesar de descubrirse en unas condiciones extraordinarias los avatares quisieron que se hayan perdido en su gran mayoría conservándose únicamente algunos fragmentos en el Museum of Fine Arts de Boston.

domingo, 4 de enero de 2009

A pesar de la abundancia de pinturas murales romanas conservadas, son relativamente escasos los techos preservados, ya sea por su fácil deterioro al ser el área mas expuesta a la entrada de humedad y a su destrozo al caer sobre los pavimentos, o por el uso de defectuosas técnicas de excavación, que hasta hace relativamente poco tiempo desechaban pequeños fragmentos inconexos. Las nuevas técnicas de excavación y restauración han permitido recomponer no pocos techos y han dado a conocer la riqueza cromática que decoraba cada palmo de la casa romana.
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Como siempre en estos casos, son las ciudades del área vesubiana las que mayor cantidad de ejemplos han conservado, permitiendo conocer de forma somera las tipologías utilizadas, al menos, hasta el siglo I d. de C., que se han ido completando con magníficos ejemplos procedentes de la misma ciudad de Roma, como los procedentes de la Casa de Augusto en el Palatino o la Domus Aurea de Nerón, por citar algunos casos.
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Por regla general, durante los estilos I y II, se realizan imitaciones de artesonados de madera más o menos complejos; idea que pervive durante los estilos III y IV, aunque con motivos decorativos más variados, con elementos entrelazados entre sí y con un gran predominio de la línea curva, usando líneas sinuosas o círculos entrelazados que dan lugar a complejos entramados de tipo vegetal o geométrico, según el gusto del comitente. Además, surgen nuevas tipologías que combinan varias bóvedas en un mismo techo, así no es raro encontrar combinaciones de bóvedas rebajadas con techos planos, o varias bóvedas rebajadas situadas en distintos planos creando ricos efectos de claroscuro. Estas bóvedas suelen pintarse con paños decorativos más o menos complejos que surgen a partir de un medallón central en el que se encuentra el motivo decorativo más importante. Los ejemplos más significativos de este tipo de techos se encuentran en la ciudad de Herculano y en las suntuosas villas de Stabiae y Oplontis (http://www.flickr.com/photos/eucharisto_deo/2259437278/in/set-72157608890888307/ o http://www.flickr.com/photos/eucharisto_deo/940507876/in/set-72157608890888307/).
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Sin embargo, son las distintas imitaciones de artesonados las más comunes. Durante los estilos III y IV el entramado reticular del artesanado se desdibuja creando composiciones decorativas en las que se incorporan medallones y otras formas geométricas (estrellas, octógonos...) en las que se insertan ricos motivos decorativos ya sea pintados o realizados con estuco. Esta combinación de pintura y estuco comienza a ser común en el último periodo de vida del área vesubiana, durante los reinados de Claudio, Nerón y Vespasiano, conservándose bellísimos ejemplos. Uno de ellos es el ejemplo expuesto arriba, fragmento de una decoración del período claudio-neroniano a base de un entramado cuadrangular en el que se insertan medallones circulares decorados con motivos dionisíacos, en este caso un sátiro y una ménade danzante.