viernes, 3 de abril de 2009

Nada hay más extraño ni más delicado que la relación entre personas que sólo se conocen de vista, que se encuentran y se observan cada día, a todas horas, y, no obstante, se ven obligadas, ya sea por convencionalismo social o por capricho propio, a fingir una indiferente extrañeza y a no intercambiar saludo ni palabra alguna. Entre ellas va surgiendo una curiosidad sobreexcitada e inquieta, la histeria resultante de una necesidad de conocimiento y comunicación insatisfecha y anormalmente reprimida, y, sobre todo, una especie de tenso respeto. Pues el hombre ama y respeta al hombre mientras no se halle en condiciones de juzgarlo, y el deseo vehemente es el resultado de un conocimiento imperfecto.
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La muerte en Venecia, Thomas Mann

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Me encanta esta novela de Thomas Mann; no hace mucho he hecho una relectura de este texto! La película, creo que del maestro Visconti, también está muy bien.
Un besito y gracias por el interesante fragmento.

El llano Galvín dijo...

Hola M@riel!!
Yo acabo de leer el libro y me ha gustado mucho, en su día también la película aunque han pasado muchos años desde que la vi y la tengo un tanto desdibujada,
Un beso!!!

M.Monís dijo...

Mann fue siempre preciso en la descripción de las personas; por esa razón, es también un soberbio creador de personajes, de modo que permanecen con más insistencia en la memoria que su anécdota biográfica.

Proust seria el caso opuesto, pues al plantear un paisaje coral, sus protagonistas quedan desdibujados e inmersos en la historia general que se cuenta. Curiosamente, eso se produce por un exceso voluntario de descripción de modo que la duquesa de Guermantes tiene (para él) idéntico interés a un atardecer, el aroma de unas flores, o el brillo de los labios que encuentra en una sonrisa.

Efectos contrarios de la descripción, ya ves...

El llano Galvín dijo...

Hola M.!
Todavía me estoy riendo con la respuesta a mi comentario en tu blog.
Puestos a elegir entre Proust y Mann, creo que me quedaría con el primero, me gusta su barroquismo y como bien dices ese exceso de descripción que iguala todos los elementos compositivos. También hay que decir que Mann es algo más moderno y su concepción literaria también.
Un saludo!!!

Mayte Llera (Dalianegra) dijo...

Muy certera esa sentencia de Thomas Mann, razón no le faltaba al hombre. Thomas Mann es uno de mis escritores favoritos, (que soy muy de clásicos) y he leído esta novela: La Muerte en Venecia, que por cierto, inspiró una de mis películas pedilectas: la casi homónima Muerte en Venecia, de Visconti, con el inolvidable Dirk Bogarde y el no menos olvidable adagieto de la sinfonía Nº 5 de Mahler. ¡¡Ainss, qué recuerdos me trae...!!! Un besote.