martes, 29 de abril de 2008

Dentro de los objetos de tocador de toda dama romana aparecen peines, espejos, ungüentarios y balsamarios, alfileres para el pelo, cucharillas y espátulas para la aplicación de maquillaje... Durante todo el imperio romano estos objetos son similares, habiendo únicamente diferencias estilísticas dependiendo de las zonas de producción de los objetos y de la época en que se fabricasen. Estas diferencias son más notables en ungüentarios y balsamarios, ya que sus formas varían dependiendo de la fecha de su producción.
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Independientemente de esto, tales piezas son similares para todos los estamentos sociales con la única diferencia de que las clases sociales más favorecidas utilizaban objetos de alta calidad técnica realizados con materiales nobles. Así, en el caso de los peines, las clases más desfavorecidas utilizaban piezas de madera -de las que se han encontrado multitud en Egipto-, mientras que las mujeres de alta sociedad utilizaban piezas de hueso o marfil.
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Se fabricasen en unos materiales u otros, los peines podían ser de dos tipos, aquellos con una única fila de púas o aquellos que poseían dos. En el caso de los peines con dos fílas de púas, la superior presentaba púas muy finas y apretadas que servían para despiojar, tal y como se ha podido observar en algunas piezas egipcias, donde las condiciones medioambientales han permitido la conservación de dichos insectos. Esto hace sospechar que la higiene no debía ser tan abundante como se cree. Sea como sea esto no impide que se utilizasen piezas exquisitas, de las que se pueden observar algunos ejemplos en el Museum of Fine Arts de Boston (www.mfa.org).
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El ejemplo de arriba procede de la Casa de los Amares Fatales en Pompeya y es uno de los pocos ejemplos que conserva parte de la policromía original. Como el resto de las piezas de que hablo forma parte de los elementos que componen la casa de Vibia Sabina.

miércoles, 23 de abril de 2008

"Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace..."
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Pedro Páramo, Juan Rulfo

lunes, 21 de abril de 2008

En época romana existían distintos tipos de mesas, dependiendo de sus usos. Quizá uno de los modelos más comunes sea la "mesa délfica", aquella que tiene un tablero circular sostenido por tres patas, seguido por los monopodios, mesas con tablero circular o rectangular sostenidas por una única pata. En general, cuando poseían un tablero circular eran usadas como mesas de comedor o como piezas de representación en el centro de algunas estancias, mientras que las de tablero rectangular solían adosarse a los muros y tenían una función similar a las de las antiguas consolas, la de exponer objetos. En cualquier caso éstas son unas pautas muy generales ya que las excepciones son numerosas y se han descubierto en Pompeya y Herculano monopodios en los atrios de algunas casas, en sustitución del clásico cartíbulum, mesas de obra con formas caprichosas en algunos triclinios, etc.
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Debido a la escasez de mobiliario que presentaban las casas romanas éste era muy escogido, especialmente en las viviendas más acomodadas. Las mesas se acostumbraban a fabricar en madera o mármol, aunque se han encontrado numerosas piezas que combinan ambos materiales, que combinan madera o mármol con bronce, piezas de bronce e incluso plata. Sin embargo, cuando las mesas se localizaban en estancias a las que les afectaban las inclemencias del tiempo como peristilos, atrios, ninfeos, triclinios estivales... éstas eran de mármol para asegurar su buena conservación.
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Cuando se trataba de "mesas délficas" la decoración se centraba en las patas, que se caracterizan por presentar un prótomo animal (generalmente felinos, ya sean panteras o leones) sostenido por una pata animal (generalmente garras de león). En cambio los monopodios podían presentar una decoración mucho más variada, podía tratarse de una simple columna, de una herma de un miembro del cortejo báquico, de una figura exenta en forma de atlante o de un personaje mitológico, etc., etc. Los ejemplos son muy numerosos.
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En Pompeya los modelos más comunes son el monopodio en forma de columna y las hermas báquicas. Las hermas se caracterizan por el uso de un pilar con un rebaje en su parte superior para la inserción de un pequeño busto de un personaje del mundo báquico o dionisíaco. Este esquema sencillo se podía enriquecer añadiendo otros elementos como ropajes, pies o partes pudendas. Esto se podía hacer trabajando una única pieza de mármol o realizar combinaciones de mármoles de colores para obtener efectos decorativos más ricos, como en el ejemplo expuesto arriba.
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Esta pieza procedente de Pompeya, aunque de ubicación desconocida, es una pieza de aparato y probablemente decorase un triclinio o peristilo. Yo la he utilizado como parte de la decoración del ambulacro del peristilo de la casa de Vibia Sabina.

viernes, 18 de abril de 2008

Aquí va una de mis canciones favoritas, Le vent nous portera de Noir Desir:
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http://www.youtube.com/watch?v=vJXzsAyu5QU

jueves, 17 de abril de 2008

Los jardines romanos se caracterizan por la presencia de fuentes y surtidores de agua de todo tipo. No es raro encontrar en ellos estanques para la cría de peces y juegos de cascadas y rocalla para imitar la naturaleza. Sin embargo, lo más común es la presencia de fuentes en forma de templete con un surtidor que conduce el agua a un pequeño estanque.
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Como es natural, estas fuentes son más o menos ricas dependiendo de sus comitentes, y los surtidores utilizados también, de modo que los efectos decorativos son, en ocasiones, riquísimos. Así, es frecuente encontrar fuentes completamente revestidas de mosaicos o estucadas y pintadas en ricos colores que combinan con surtidores de mármol y bronce, creando ambientes de gran riqueza y opulencia. Sin embargo, es en las pequeñas piezas utilizadas como surtidores donde se aprecia el gusto del propietario. En Pompeya es fácil encontrar piezas un tanto mediocres, aunque en ocasiones podemos encontrar algunas que destacan por encima del resto. Para mí, la máscara de Oceanus que expongo arriba es una de ellas.
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Este mascarón de fuente procede de uno de los mayores jardines de Pompeya, el perteneciente a Octavius Quartio, y destaca por encima del resto de piezas que decoraban el conjunto. Este jardín presenta un largo euripus o canal en forma de T, y se decora con esculturas de gusto clásico y egiptizante por lo que no es raro suponer que imitase los jardines egipcios, muy de moda en aquel momento. Si esto es así es probable que este mascarón represente al Río Nilo, y no a Oceanus.
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En cualquiera de los casos, yo he utilizado dicha figura como surtidor de la fuente del jardín de la casa de Vibia Sabina y se acompaña de dos figuras de erotes, muy característicos de los jardines romanos.

miércoles, 16 de abril de 2008

Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural
Los esperanzas lo saben, y no se preocupan
Los famas lo saben, y se burlan
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
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Historias de cronopios y de famas, Julio Cortázar

miércoles, 9 de abril de 2008

La bonanza del clima pompeyano y la forma de vida romana, que gustaba del mundo campestre y del contacto con la naturaleza, favorecía la construcción de comedores o tricliniums de verano en los jardines de numerosas viviendas. Por regla general los lechos de estos tricliniums estaban construidos de obra y, más raramente, en madera, y solían estar cubiertos de emparrados para asegurar una buena sombra y frescor durante los meses estivales.
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Normalmente se construía el clásico triclinium, comedor con tres lechos, y más raramente el biclinium, comedor con dos lechos, aunque no falten ejemplos en Pompeya. Fuesen de un modo u otro, si estaban construidos de obra nunca se dejaba la mampostería a la vista, sino que se recubrían con un enlucido pintado al fresco o se recubrían con placas de mármol, como en el ejemplo de la fotografía. Este recubrimiento favorecía su conservación y daba un aspecto de mayor o menor lujo a los jardines donde se encontraban. En cualquier caso nunca podremos saber el aspecto que ofrecerían durante los banquetes, cuando se cubrían con colchones y cojines confeccionados con telas de vistosos colores, y el contraste que ofrecerían con la vegetación circundante y los juegos de agua que normalmente van asociados con este tipo de construcciones.
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Este ejemplo procede de la Casa de Sutoria Primigenia en Pompeya y lo he utilizado como modelo para el triclinium estival del jardín de la casa de Vibia Sabina.

domingo, 6 de abril de 2008

Este emblema actúa como "pendant" de "Orestes y Pílades en busca de Iphigenia". Refleja el momento en que Iphigenia va a ser sacrificada, mostrando el dolor y la resignación de Agamenón, quien prefiere ocultar su mirada ante la horrible escena.
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Todos los personajes se encuentran concentrados en la acción del sacrificio no siendo conscientes de la presencia de Ártemis, quien prepara el cambio del cuerpo de Iphigenia por el de una cierva.
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Este ejemplar procede de la decoración del IV estilo del ambulacro del peristilo de la Casa del Poeta Trágico, y según las descripciones dadas por Plinio el Viejo parece ser que copia un original del siglo V a. de C. de Timantes de Citnos.

sábado, 5 de abril de 2008

El ciclo ilíaco es un tema recurrente en las decoraciones murales pompeyanas. Cualquier romano cultivado conocía a la perfección "La Ilíada" y "La Odisea" de Homero, puesto que desde su infancia aprendían fragmentos enteros de dichas obras. Por esto mismo es natural que los temas tratados en ellas fuesen muy conocidos y su representación en las viviendas privadas fuese un reflejo de la cultura literaria de la nobleza romana.
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Uno de los temas pertenecientes a dicho ciclo -aunque no tratado específicamente por Homero-, del que se conservan varios ejemplos, es el mito de Iphigenia.
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Agamenón, rey de Argos y Micenas, era hermano de Menelao, el ultrajado esposo de Helena. Por sus lazos de parentesco y por su condición de griego decidió partir hacia Troya para combatir junto con su hermano; sin embargo sus naves quedaron encalladas en Áulide, incapaces de partir por encontrarse el mar en calma absoluta. Ésto era debido a la cólera de Ártemis que debía ser aplacada con el sacrificio de Iphigenia, primogénita de Agamenón.
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Agamenón en un principio no lo consintió decidiendo no marchar hacia Troya, sin embargo la ambición militar le cegó y dispuso su sacrificio. Puesto que Iphigenia se encontraba en Micenas envió Agamenón a su hijo Orestes y a su sobrino Pílades en su busca, con la excusa de que iba a concertar su matrimonio con Aquiles. Llegada a Áulide fue informada de la verdad y, siendo incapaz de lograr la compasión de su padre, decidió disponer todo para su propio sacrificio. Llegado el momento el sacerdote Calcas se dispone a sacrificar a Iphigenia, pero Ártemis se compadece de ella y la sustituye por una cierva, enviando a Iphigenia a Táuride, donde se convirtió en su sacerdotisa.
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Los momentos más representados en la iconografía clásica son la llegada de Orestes y Pílades a Micenas en su búsqueda y el momento de su sacrificio. Yo he decidido reunir estos dos momentos en la decoración pictórica del ambulacro del peristilo de la casa de Vibia Sabina.
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Este ejemplo representa a Orestes y Pílades en búsca de Iphigenia y procede de la decoración del IV estilo de una exedra de la Casa del Citarista en Pompeya.