viernes, 27 de junio de 2008

Antíope, ninfa hija del rey Nicteo de Tebas, era tan bella que Zeus la sedujo en forma de sátiro, dejándola embarazada. Su padre no creyó que el amante de su hija fuese Zeus por lo que la expulsó de Tebas y la persiguió hasta Sición, ciudad donde se había refugiado. En la guerra que siguió entre las dos ciudades Nicteo murió, encargando a su hermano Lico que castigase el crimen de su hija. Lico usurpó el trono de Tebas y tras vencer a Epopeo, rey de Sición, llevó consigo a Antíope a la corte, donde fue entregada en custodia a Dirce, esposa de Lico, quien disfrutaba maltratándola. Antes de llegar a Tebas Antíope dio a luz a dos gemelos, Anfión y Zeto, que fueron abandonados en el monte Citerión, donde fueron recogidos por pastores.
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Tan celosa estaba Dirce de Antíope que la encerró en una celda durante años, aunque ésta pudo escapar huyendo al monte Citerión, donde se reencontró con sus hijos. Éstos, en venganza de su madre, destronaron a Lico y ataron a Dirce a los cuernos de un toro que la arrastró hasta matarla. Después arrojaron su cuerpo a un manantial que lleva su mismo nombre.
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Este emblema actúa como pendant del Suplicio de Penteo en la casa de los Vettii en Pompeya y, como en dicho ejemplo, muestra el castigo de la hybris, ya que Zeus fue despreciado, cayendo la desgracia sobre el reino de Tebas. Sorprende en este mito el hecho de que Anfión, libertador de su madre, fuese castigado igualmente con el pecado de la hybris, ya que su mujer Níobe despreció a Leto y sufrió la ira de sus hijos, Apolo y Artemis, que mataron a toda su descendencia.
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Existen otros ejemplos pictóricos de esta tema procedentes de Pompeya, pero sin lugar a dudas la obra más famosa que representa este mito es el célebre Toro Farnesio del Museo Archeologico Nazionale de Nápoli, que decoraba las Termas de Caracalla en Roma.

jueves, 26 de junio de 2008

Penteo, nieto y sucesor de Cadmo en el trono de Tebas, rechazó los cultos mistéricos de Dionisos. Tiresias le vaticinó un mal final si no cejaba en su empeño de prohibir el culto a este dios, ya que sufriría su cólera, pero Penteo no lo escuchó.
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Dionisos, después de haber conquistado Asia, regresó a Tebas para instaurar su culto y castigar a las hermanas de su madre, Semele, en especial a Agave, madre de Penteo, quien la había calumniado. Pero, en venganza del desprecio sufrido, inspiró en las mujeres de Tebas el frenesí báquico, quienes marcharon al monte Citerión a celebrar sus ritos. Penteo las siguió y las espió tras un árbol, pero pronto fue sorprendido y atacado por éstas que, en su frenesí, lo confundieron con un animal salvaje. Fueron su madre Agave y sus tías, Ino y Autónoe, quienes lo derribaron y descuartizaron.
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Este mito, asociado con el culto báquico o dionisíaco, no es muy representado en el arte romano o, al menos, los ejemplares llegados hasta nosotros son escasísimos. Representa uno de los castigos sufridos por los humanos a costa del pecado de la hibris o hybris, término de muy difícil tradución pero que viene a ser algo así como el castigo de la soberbia frente a un dios. Es un tema frecuente en la tragedia griega y lo hacía ideal para ser representado en el arte, como tema moralizante, así que en las pinturas murales pompeyanas encontramos numerosos ejemplos de personajes castigados por el pecado de la hybris, como Jasón, representado en la figura de su mujer Medea, Casandra, Sísifo, Níobe, etc.
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El ejemplo de arriba decoraba un oecus de la Casa de los Vettii en Pompeya, junto con otra escena que representa dicho pecado, el suplicio de Dirce. Yo he utilizado ambas imágenes en un oecus de la casa de Vibia Sabina, y las he asociado con una tercera, Medea preparando el asesinato de sus hijos, como símbolo de la modestia frente a la divinidad.

martes, 24 de junio de 2008

"Todos se vanaglorian de sus enfermedades y yo, probablemente, más que nadie. No vayamos a entrar en discusión; mi réplica es absurda. Pero a pesar de ello, estoy firmemente convencido de que no sólo mucha conciencia, sino que cualquier dosis de conciencia es una enfermedad. Mantengo mi opinión".
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Memorias del subsuelo, Fiódor M. Dostoievski

domingo, 22 de junio de 2008

El temor a las personas portadoras de la mala suerte o fascinum requería la práctica de rituales para neutralizar los maleficios. En general bastaba con hacer un gesto, el llamado "mano impúdica", consistente en figurar, entrecruzando los dedos, la unión de los dos sexos, para combatirlo. Sin embargo es frecuente encontrar el falo, símbolo del poder fecundante de la naturaleza, en las fachadas de casas y comercios pompeyanos, elevado a la dignidad de numen tutelar de la vivienda, protegiendolos contra el mal agüero y favoreciendo la buena fortuna de sus moradores.
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El ejemplo de arriba es un claro ejemplo de ello, decoraba el frente de un horno de una panadería pompeyana, y su inscripción "Hic habitat felicitas" (Aquí habita la felicidad) confirma el valor protector de dicho símbolo.

sábado, 21 de junio de 2008

Junto con la Venus pompeyana una de las divinidades de mayor importancia en el área vesubiana es Mercurio. Ciudad dedicada a la agricultura y al comercio, no es de extrañar que se encontrase bajo su advocación. Así, es normal encontrar su figura no sólo en numerosos lararios privados, sino también en los lararios compitales situados en las calles y en las fachadas de numerosas tiendas. Por regla general se le representa portando el caduceo con dos serpientes entrelazadas y dos alas, símbolo de la paz y la rapidez, y la bolsa como símbolo de la ganancia y el lucro comercial por él favorecido. De este modo suele acompañarse, en las fachadas de las tiendas, de la diosa Fortuna, como señal de buen augurio y buena fortuna.
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El ejemplo de arriba decoraba la fachada de la Taberna de Crescens en Pompeya y une a los símbolos citados un tercero, un descomunal falo. Éste era un símbolo del poder fecundante de la naturaleza y era venerado como personificación del dios Fascinus, que impedía el mal de ojo. De esta forma aparece de forma individualizada en numerosas fachadas de tiendas y viviendas pompeyanas, presentando un marcado carácter profiláctico o apotropaico sobre las personas que allí moraban. Sin embargo no es raro encontrar el falo asociado con otras divinidades, como en este ejemplo, aumentando su valor protector, ya que sería garantía de pingües beneficios comerciales.
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La presencia de estos elementos hoy en día puede sorprendernos, pero en el mundo romano no ya que eran enormemente supersticiosos y temían ser objeto del mal de ojo. Era tal el temor que poseían a ser envidiados por su prosperidad material que les hacía temer que alguien les pusiese el ojo encima y emitiera partículas dañiñas que, tras penetrar en su persona, le hicieran enfermar e incluso morir. Ante esto poseían numerosos amuletos y rituales, siendo un ejemplo de ello las divinidades protectoras presentes en las fachadas de casas y viviendas. Aunque hoy esto parece superado, el temor al mal de ojo es una característica del mundo mediterráneo y hasta hace bien poco era frecuente el uso de amuletos durante la infancia para combatirlo.

viernes, 20 de junio de 2008

La metamorfosis es la forma en que todo lo viviente evita el padecer. Y todos los embriagados de vida, apetentes de ser más u otra cosa que hombres, han soñado atravesar el mundo metamorfoseándose. Anhelo que es la clave de todas las ansias de evasión, hasta de la legítima que se llama arte.
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El hombre y lo divino, María Zambrano

martes, 17 de junio de 2008

Una figura característica de los lararios pompeyanos es Venus, pero no la que nosotros conocemos, representada habitualmente desnuda o en medio de sus amoríos con Marte o Adonis, sino en su vertiente de Venus physica o naturista. Esta Venus física o pompeyana, como aparece en las inscripciones descubiertas, es la patrona de la ciudad, y se representa como diosa victoriosa y ama del mundo, favorecedora de la buena fortuna y la prosperidad, aunque sin olvidar su relación con el mundo agrario, ya que es la deidad protectora de los huertos y jardines, tan significativos dentro de la economía pompeyana.
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Tan importante es la figura de Venus en Pompeya que incluso el nombre de la ciudad hace referencia a dicha divinidad, ya que en la Antigüedad se denominaba Colonia Veneria Cornelia Pompeiana. Su templo se encontraba en una posición privilegiada dentro de la ciudad, en un promontorio al pie del mar, siendo un punto de referencia para los marinos que arribaban al puerto pompeyano. Esta relación con el mar también es patente en su vertiente de Venus marina, como queda atestiguada por portar en su mano un timón de barco.
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Además de divinidad asociada con el culto oficial y doméstico, destaca su presencia en la fachada de algunas tiendas y negocios probablemente como protectora de la buena fortuna y la prosperidad. El ejemplo de arriba es una muestra de ello, decoraba un lateral de la fachada del Thermopolium de los cuatro dioses, en la Vía de la Abundancia, aunque existen otros ejemplos como el famoso fresco que decoraba la fachada del Taller de M. Vecilius Verecundus, en el que aparece montada sobre un carro tirado por cuatro elefantes. En cualquiera de los casos siempre aparece como diosa triunfante, vestida con una larga túnica y manto púrpura o azul celeste, coronada por una diadema de oro, y portando en sus manos sus atributos: la rama de olivo, un timón tumbado y un cetro. Como confirmación de su representación como diosa triunfante aparecen los dos amorcillos, entregándole una corona de laurel y una palma de la victoria.
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Este tipo de representaciones son muy significativas en lo que respecta al ámbito del culto popular. Prácticamente todas las tiendas y negocios pompeyanos poseen un pequeño altar dedicado a las divinidades tutelares de sus propietarios, y es frecuente encontrar imágenes de divinidades tanto en el interior como en el exterior de las tiendas, en general asociadas con el mundo de los negocios, en especial Mercurio. Tristemente, muchas de estas pinturas, con un carácter popular y mediocres técnicamente, se han perdido porque no despertaron la curiosidad de sus descubridores. Esperemos que las próximas excavaciones saquen a la luz nuevos ejemplos y podamos observar con más detalle la religiosidad popular romana.

jueves, 12 de junio de 2008

En la arquitectura doméstica romana destaca, por su singularidad, el larario como muestra de la religiosidad dentro del ámbito privado, apreciándose la devoción religiosa más íntima. Su ubicación dentro de la vivienda es muy variada, aunque por regla general existe uno en el área de las cocinas que actúa como núcleo de la vida familiar. Además de éste pueden aparecer más lararios en la vivienda, ya sea en forma de estructuras ostentosas dispuestas en el atrio o en el peristilo, e incluso en estancias destinadas específicamente para ellos, o pequeños altares presentes en cubículums como muestra de la religiosidad y devoción de sus ocupantes.
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Tipológicamente son muy variados, los más ostentosos poseen forma de edícula y podían ser portátiles, como los ejemplares de madera descubiertos en Herculano, o de obra y cubiertos con ricas decoraciones murales. Esta tipología es muy común y siempre aparece en estancias donde fuese muy visible, en especial en el atrio, en una de las alae del atrio o en uno de los ambulacros del peristilo. Aunque más común aún es el uso de un simple nicho en el muro en el que aparecían pintados los elementos de culto; esta tipología era la usada en las viviendas más modestas y en el área de las cocinas de cualquier vivienda, por ostentosa que ésta fuera, salvo excepciones, como el famosísimo larario de la Casa de los Vettii en Pompeya.
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Unos y otros presentan elementos similares; en general, contienen las figuras de los Lares, del genius familiar, de los dioses Penates, algunas de las divinidades oficiales y la serpiente Agatodeme o Agatodemon. Los Lares, como espíritus protectores de la casa y de sus moradores, son las imágenes más representadas, sin embargo, en el área vesubiana tiene mayor importancia aún la figura de la serpiente Agatodeme. Se trata de un genius o espíritu benefactor que protege el hogar frente a la calamidad y que representa la fuerza procreativa de los ocupantes de la vivienda. Parece estar asociada a la Agathos daimon griega, espíritu benefactor que protege y acompaña la vida de las personas. Se la representa como una serpiente crestada, individualmente o en parejas, protegiendo un altar con ofrendas, generalmente un huevo, una piña, unos higos o unos dátiles, las ofrendas habituales en los sacrificios no cruentos. Cuando aparece representado este espíritu suele acompañarse de elementos naturalísticos, como plantas y animales, quizá en alusión a su protección sobre campos y cosechas.
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Junto a estos elementos aparecen los dioses Penates, divinidades asociadas con la subsistencia y el abastecimiento del hogar. Su representación es muy problemática ya que parecen haberse asimilado con los Lares, aunque tal vez no tuviesen una representación estricta y se manifestasen simbólicamente con el fuego del hogar, ya que como dice Servio "el fuego es el altar de los dioses Penates". Más clara es la presencia de otras divinidades, elegidas en cada casa en función de la tradición familiar, por la dedicación laboral de los propietarios, por creencias y devociones individuales, por patronatos característicos de cada ciudad... Las divinidades elegidas son muy numerosas, ya podía ser la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), la Fortuna, Mercurio, Baco, Venus... o las divinidades orientales, en especial Isis y su cortejo, Serapis, Anubis y Harpócrates. Asociados a estas figuras se encuentran las referencias al culto imperial, en forma de bustos y retratos de emperadores con los que la familia poseyese alguna especial vinculación, como ocurre en la Villa de los Misterios de Pompeya donde apareció una estatua de la emperatriz Livia asociada al culto doméstico.
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Aunque los elementos que componían los lararios son muy variados, cada caso es excepcional y nos muestra el tipo de religiosidad que profesaba cada familia. El ejemplo de arriba decoraba el ambulacro del pequeño peristilo de la Casa del Criptopórtico de Pompeya, y se compone únicamente de dos elementos, el busto de Mercurio, divinidad protectora de los comerciantes, actividad que quedó atestiguada al descubrir importantes depósitos de ánforas almacenadas en el criptopórtico de la casa, y de una pareja de serpientes Agatomede en medio de un simplificado jardín. La religiosidad de los poseedores de esta vivienda debía ser muy grande puesto que es una de las escasas decoraciones realizadas en la casa después del terremoto del año 62 d. de C., aunque parece algo común en el área vesubiana, sobre todo atendiendo a que allí habitaban personas que habían sobrevivido a un desastre y que estaban haciendo grandes esfuerzos por sacar sus fortunas adelante.

lunes, 9 de junio de 2008

Conocer los verdaderos rostros de las personas que habitaron en otros momentos históricos siempre es fascinante, al menos para mí, así que poder observar sus retratos es una suerte. En el mundo romano existe un lugar donde se han descubierto numerosos retratos que van del siglo I al IV d. de C.; como siempre en estos casos es Egipto, ya sea en el Oasis del Fayum, en Antinoopolis, en Arsinoe o en otros puntos. Además de permitirnos conocer los rostros de las personas que habitaron el Egipto romano son una fuente inagotable de información acerca de la pintura de caballete de la Antigüedad, ya que se encuentran pintados sobre tabla o lienzo, con las técnicas de la encaústica o el temple.

Destacar un retrato por encima de los otros es muy difícil porque todos son fascinantes, incluso en aquellos en los que el retrato es tan simple que parece una auténtica caricatura. Quizá para mí uno de los más bellos es éste, el retrato de Aline, albergado en el Ägyptisches Museum de Berlín. Esta mujer vivió en Arsinoe (actual Hawara) y fue enterrada junto con su familia, su marido y dos niñas, probablemente sus hijas. Se conoce su nombre ya que junto a su cadáver apareció una estela que reza: "Aline, también llamada Tenos, hija de Herodas, fue bondadosa. Adiós, pronto nos veremos", y su edad: 35 años. Este magnífico retrato pintado al temple sobre lienzo cubría su rostro, y la vivacidad del retrato hacen pensar que fuese pintado en vida o que copie otro retrato realizado en vida de la retratada. Aunque se atribuye al período trajáneo (98-117 d. de C.) su peinado parece muy anterior, el utilizado en el período julio-claudio (h. 25-50 d. de C.), por lo que hay discusión en cuanto a la fecha de ejecución. Se pintase en unos años u otros la calidad técnica de la obra es indiscutible.

jueves, 5 de junio de 2008

Aquí va un pequeño fragmento de Le planete sauvage de René Laloux. En medio de un mundo onírico y surrealista, inspirado en el arte de El Bosco, Chirico o Dalí, se mueven los bellos dibujos de Roland Topor, haciendo un claro alegato de la coexistencia pacífica entre las especies. A mi gusto es una película imprescindible en el mundo de la animación.
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miércoles, 4 de junio de 2008

La rica cultura popular de la Antigüedad ha dejado su huella en forma de inscripciones o graffitis. Tanto es así, que los muros de las ciudades griegas y romanas estaban llenos de inscripciones. Su conservación en el área vesubiana ha sido fundamental para conocer numerosos aspectos acerca de la forma de vida de las clases populares del mundo romano.
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Estos graffitis tratan todos los aspectos que se pueda imaginar aunque, sin duda, son los de tipo amoroso los más populares. Ya fuese en forma de citas de obras literarias célebres, de poesías populares, de celebraciones acerca de una conquista amorosa, de los celos hacia el rival amatorio, de dibujos más o menos explícitos del acto sexual, de imágines icónicas del acto sexual realizadas con textos... el amor estaba presente en todos los puntos de la ciudad. Dichas inscripciones se encontraban tanto en el interior como en el exterior de las casas, llegando en algunos casos a dar nombre a alguna vivienda como es el caso de la Casa de los Castos Amantes de Pompeya, que ha tomado su nombre de la célebre inscripción presente en su peristilo que reza: "Los amantes como las abejas buscan una vida dulce como la miel". Pero no todas las inscripciones son tan inocentes, un ejemplo de ello es el dibujo inciso arriba expuesto o esta inscripción descubierta en una caupona pompeyana: "Estabilio Borracho dice de su taberna: aquí, por la calidad de los vinos, acabas, de las tetas de Venus, por mamar".
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Aunque los graffitis amorosos son los más comunes podemos encontrar ejemplos de todo tipo, desde simples firmas hasta caricaturas de personajes célebres, pasando por citas de obras célebres, listados de productos y precios, e incluso dibujos de escenas gladiatorias con los nombres de los luchadores y sus triunfos en la arena. Tan frecuentes eran que en la Basílica de Pompeya apareció la siguiente inscripción: "Me admiro, pared, de que tú no hayas caído en la ruina, sustentando los tedios de tantos escritores". Además, en las fachadas de tiendas y viviendas eran tan abundantes que las inscripciones eran constantemente borradas por los dealbatores (blanqueadores), aunque pronto se cubrían por otras nuevas.
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Desde luego son la máxima representación de la cultura llana y popular y permiten realizar una recreación de sus formas de vida de una forma más precisa que siguiendo los textos clásicos, ya que en su gran mayoría pertenecen al mundo culto y tratan temas elevados, salvo excepciones como el genial Marcial.

martes, 3 de junio de 2008

Hoy es un día especial para mí porque celebro mi 33 cumpleaños así que como regalo voy a colgar un par de canciones de uno de mis cantantes favoritos, Serge Gainsbourg. Elegir es complicado, pero quizá porque estoy un poco nostálgico, he seleccionado La Chanson de Prévert y Le Poinconneur des Lilas, de su etapa inicial.
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Y, por último, el trailer de una de mis películas favoritas, Harold y Maude de Hal Ashby. Girando en torno al mundo de la muerte: a los cementerios, al suicidio, a la vejez... se produce una auténtica celebración de la alegría de vivir y del amor por encima de todo. Desde luego es una película en la que no se borra la sonrisa de la boca y permite redescubrir a Ruth Gordon, una injusta olvidada. Vamos, que para mí es una joya ¡¡¡Bea, muchísimas gracias por tu recomendación!!!
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¡¡¡Felicidades, Juan Carlos!!! ¡¡Yo sólo me jaleo, ja, ja, ja!!

lunes, 2 de junio de 2008

En el post anterior hablé someramente de las distintas tipologías de techos o sofitos que cubrían las estancias de las casas romanas. Quizá el más común es el techo con vigas vistas que podía dar lugar a dos modalidades, presentar la madera a la vista, sin ningún tipo de decoración o sencillos motivos tallados o pintados, o presentar las vigas a la vista, policromadas o no, y el entrevigado decorado, ya fuese con pinturas al fresco o con pintura directamente sobre la madera.
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Las viviendas más modestas es indudable que presentaban este tipo de techos y, casi con seguridad, sin ningún tipo de decoración y con vigas sin desvastar, como se ha podido comprobar en Pompeya. En casas más adineradas estos techos sí se encontraban decorados y es probable que presentasen ricas decoraciones, aunque los escasos ejemplos conservados muestran sencillos motivos decorativos.
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El ejemplar arriba expuesto cubre las fauces, corredor de acceso al atrio desde la calle, de la Casa de los Ceii en Pompeya. Se trata de uno de los escasos ejemplos conservados in situ, ya que al cubrir un estrecho corredor no hubo posibilidad de desplome, permitiendo descubrir las pinturas en su posición original. Aunque se trate de un ejemplo muy sencillo da una idea del rico efecto decorativo que debían presentar dichos techos.
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La fotografía está tomada de: